martes, 21 de marzo de 2023

Lecturas sobre Malvinas. Clase 2

 Lean un fragmento del libro : “Los chicos de la guerra” de Daniel Kon

 “Y después del primero de mayo ya empezamos a dormir de a ratitos, cuando los ingleses paraban de bombardear un poco. Me acuerdo del primero de mayo; fue la primera vez que sentí el peligro realmente cerca. 

Era de noche, y de repente comenzamos a oír un cañoneo que provenía del mar, del costado al que nosotros dábamos frente. Primero fue un ruido seco, y después el silbido característico de las bombas. 

Pasó todo rapidísimo; cuando me quise acordar vi cómo una bomba explotaba justito delante de nuestra posición, a muy pocos metros. La onda expansiva nos sacudió adentro de la trinchera. Yo estaba cerca de una de las paredes y quedé ahí, pegado; otro de los chicos, que estaba en la otra punta del pozo, sentado arriba de un tronquito, voló por el aire, y cayó arriba mío. Las sacudidas eran tremendas, era como un terremoto, como si todo se fuera a abrir a pedazos. Parecía que los oídos iban a explotar. A nosotros nos habían explicado que, en caso de bombardeo, teníamos que abrir bien grande la boca, y tratar de gritar, porque si no corríamos el riesgo de quedarnos sordos. 

Ese era el primer bombardeo, y todos queríamos hacer, en un segundo, todo lo que nos habían enseñado. Algunos gritaban porque nos habían enseñado eso; otros gritaban por el miedo. Yo, de pronto, sentí un dolor de oídos muy fuerte, parecía como si un líquido me bajara desde las orejas; me toqué pero no tenía nada, era sólo la sensación. 

Las bombas seguían pegando y dejaban en la tierra agujeros bastantes grandes, de más de un metro y medio de diámetro.”

Luego de la lectura, pensemos: 

¿Qué sensaciones despierta este relato?. Si lo contara un soldado inglés ¿despertaría los mismos sentimientos? ¿Por qué? 


Ahora lean el siguiente texto que es un fragmento del libro “El otro frente de guerra” de Dalmiro Bustos. 

Piensen y reflexionen: qué es lo que más les llama la atención del relato de este padre. 

“El 2 de abril de 1982 fue una fecha que no he de olvidar nunca. Sin duda esta fecha marcó significativamente a todo el país. Pero para 10.000 familias argentinas la situación adquirió un sentido diferente: nuestros hijos eran conscriptos y serían enviados a la guerra. 

Es indudable que la óptica frente al conflicto varía aquí fundamentalmente. El nivel de compromiso es mayor y no es fácil que quienes estábamos en esa posición nos dejáramos arrastrar por triunfalismos. 

El peligro que corrían nuestros hijos, la certeza de las noticias que provenían de sus cartas, donde nos contaban del frío, del hambre, en fin, de la realidad, nos ponía a cubierto de la propaganda que durante dos meses desorientó al pueblo argentino. 

Como no soy militar no entiendo de guerra, ni de tácticas o estrategias. Como soy médico y padre, entiendo de paz, trabajo y solidaridad. Entonces creamos este Grupo de padres de soldados que durante la guerra funcionó en la ciudad de La Plata. Un grupo que sigue funcionando después de pasada la guerra. Para ayudar a los muchachos que volvieron, para ayudar a los padres de los que no volvieron, para que en el futuro esto no vuelva a ocurrir. Para volver a tener fe en la vida y poder transmitirla a nuestros hijos. 

Nuestros hijos fueron enviados a una lucha que no eligieron, decidida por un gobierno que no eligieron, para la cual no estaban preparados. Había en la Argentina 40.000 profesionales preparados por vocación y estudio para una guerra. No es fácil entender por qué se envió a 10.000 muchachos de 18 a 20 años que carecían de la preparación necesaria. Ciertamente si yo tuviera que enfrentar una epidemia y contara con 40.000 especialistas, no iba a mandar 10.000 enfermeros, por más amor y valentía que esos enfermeros tuvieran. Pero allá fueron y se comportaron con gran valor y dignidad. Durante dos meses nos alentaron con sus cartas, nos hicieron reír con un humor que persistió aun ante los momentos más graves. Y eso nos llena de orgullo. Un orgullo que no nace en una adhesión a la guerra ni cuestiona sus causas. Así como ante un terremoto nuestros hijos tuvieran conductas valerosas, tendríamos legítimo derecho al orgullo sin que eso signifique una adhesión al terremoto. 

Los padres no nos quedamos quietos. Por el contrario: formamos nuestro propio ejército. Un ejército de paz, para respaldar a nuestros hijos. Y recogimos ayuda de mucha gente amiga, de muchos militares, de autoridades del gobierno, de instituciones oficiales y privadas. Pero fundamentalmente de personas, de amigos, del pueblo platense. No vimos durante este tiempo al «Señor No Te Metás», esperábamos haber acabado con él, temo que sólo estaba de vacaciones. Porque ahora todo parece querer volver a la «normalidad». «Mejor olvidar lo que duele» es el lema básico del «señor No Te Metás». Igual que su primo el Señor «¿Yo?: argentino»

Ellos les abrieron las puertas del cuartel el día 21 de junio y les dijeron: salgan muchachos, saludos. Ni un homenaje, ni un acto que les permitiera ver el tan pregonado agradecimiento popular. Ni una simple medallita recordatoria. Sólo alguna institución privada tapa esta indiferencia culpable. Pero los padres no queremos eso. Queremos la denuncia de lo ocurrido, no para venganza sobre los culpables pero sí para no repetir la historia. Saber lo que ocurrió, cómo ocurrió, por qué ocurrió. Que se difundan verdades y se eviten los mitos."


viernes, 17 de febrero de 2023

Aprendé Programando

Se encuentra abierta la inscripción a los cursos virtuales de Programación dictados por el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Incluye propuestas de Robótica con diferentes programas y niveles complejos de Scratch

Atención: Sólo pueden inscribirse estudiantes de nivel primario y secundario de escuelas públicas de la CABA